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Página:Las mil noches y una noche v22.djvu/166

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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

»Una noche en que el cortejo se había detenido en una selva frondosa, la joven princesa salió de su palanquin, y se alejó entre los árboles para satisfacer una necesidad de que hasta las princesas son esclavas. Y he aquí que se encontró frente á frente con un joven genni muy hermoso que estaba sentado bajo un árbol y era el guardián de aquella selva. Y el genni, deslumbrado por la belleza de la joven, la saludó cortésmente y le preguntó quién era y adónde iba. Y ella, confiando en el aspecto simpático de él, le contó su historia toda con sus menores detalles, y le dijo cuán comprometida iba á verse en la noche de bodas al entrar en el lecho de la que le destinaban por esposa.

»Entonces el genni, conmovido por el apuro en que se encontraba ella, reflexionó un instante; luego le ofreció generosamente prestarle por entero su sexo y tomar el de la joven, pero á condición de que ella le devolviera fielmente el depósito en tiempo oportuno. Y la joven, llena de gratitud, aceptó la oferta y consintió en la proposición. Y por obra de la voluntad del Todopoderoso, al punto se efectuó el cambio sin dificultad ni complicación. Y entusiasmada ella hasta el límite del entusiasmo, cargada con aquel don nuevo y aquella mercancía, volvió con su padre y subió otra vez al palanquín. Y como todavía no estaba acostumbrada á sus nuevos apéndices, se sentó torpemente encima de ellos, y lanzó un grito de dolor. Pero se repuso en seguida para que no se lo notaran, y en lo sucesivo puso toda su