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Página:Las mil noches y una noche v22.djvu/199

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HISTORIA DEL PASTEL HILADO...

existencias!» Y entonces le preguntó el síndido tímidamente: «¿Querrías ¡oh mi señor! enseñarme algunas muestras?» Y Maruf, sin amilanarse por la dificultad, respondió con amabilidad: «¡Claro que sí, claro que sí! ¡En cuanto llegue mi caravana!» Y explicó al síndico y á los mercadores congregados que dentro de unos días esperaba la llegada de una inmensa caravana de mil camellos cargados con fardos de mercancías de todos los colores y todas las variedades. Y la asamblea se asombró prodigiosamente y se maravilló ante el relato de la próxima llegada de aquella fantástica caravana.

Pero su admiración no tuvo límites y superó á toda expresión cuando fueron testigos del hecho siguiente. En efecto, mientras hablaban de tal suerte, abriendo los ojos maravillados ante el relato de la llegada de la caravana, se acercó un mendigo al sitio en que estaban y tendió la mano por turno á cada cual. Y unos le dieron una moneda, otros media, y la mayoría, sin darle nada, se limitó á contestar sencillamente: «¡Alah te socorra!»> Y Maruf, cuando el mendigo se acercó á él, sacó un gran puñado de dinares de oro y lo puso en la mano del mendigo con tanta naturalidad como si le hubiese dado una moneda de cobre. Y tan absortos quedaron los mercaderes, que reinó en la reunión un silencio imponente y se les confundió el espíritu y se les deslumbró el entendimiento. Y pensaron: «¡Ya Alah, cuán rico debe ser este hombre para mostrarse tan generoso!» Y de aquella manera se atrajo