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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE
Y á la caída de la noche, cuando la princesa, como de costumbre, fué á refocilarse al lado de Maruf, y él se refociló al lado de la joven, ella le puso la mano en la axila para interrogarle, y más dulce que la miel, y mimosa y lagotera y tierna y acariciadora como todas las mujeres que tienen algo que pedir y que obtener...
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.