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Página:Las mil noches y una noche v23.djvu/83

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LOS TRAGALUCES DEL SABER...

meridad intrépida. Y tan severo era hasta con los individuos de su propia familia, que su hijo, el príncipe Imrú Ul-Kais, tuvo que huir de las tien- das paternas, á fin de poder dar libre curso á su genio poético. Porque el rey Hojjr consideraba que ostentar públicamente el titulo de poeta era para su hijo una derogación de la nobleza y de la alteza de su linaje.

Y he aquí que, cuando el rey Hojjr estaba un dia lejos de su territorio, de expedición guerrera con- tra la tribu disidente de los Bani-Assad, acaeció que sus antiguos enemigos los Kodaidas, mandados por Ziad, invadieron de pronto en razzia sus tierras, se llevaron un botín considerable, enormes provisio- nes de dátiles secos, una porción de caballos, came- llos y acémilas, y numerosas mujeres y muchachas kinditas. Y entre las cautivas de Ziad se encontra- ba la mujer más amada del rey Hojjr, la bella Hind, joya de la tribu.

Así es que, en cuanto tuvo noticia de aquel acontecimiento, Hojjr volvió sobre sus pasos á la carrera, con todos sus guerreros, y se dirigió al lugar donde pensaba encontrarse con su enemigo Ziad, el raptor de Hind. Y en efecto, no tardó en llegar á poca distancia del campo de los Kodaidas. Y al punto envió dos espías muy duchos, llamados Saly y Sadús, para reconocer el terreno y procu- rarse el mayor número posible de informes respecto á la tropa de Ziad.

Y los dos espías lograron introducirse en el cam-