Kamaralzamán. Inmediatamente, seguido de una comitiva compuesta de los principales de su corte, fué hacia las tiendas al encuentro de Sett Budur, y la recibió con todos los miramientos y honores que creía ofrecer al hijo de un rey amigo. Y á pesar de las vacilaciones de Budur, que trató de no aceptar el alojamiento que graciosamente le ofrecían en palacio, el rey Armanos la decidió á acompañarle. E hicieron juntos su entrada solemne en la pobla- ción. Y durante tres días obsequiaron à la corte toda con magníficos festines de suntuosidad extra- ordinaria.
Y después el rey Armanos se reunió con Sett Budur para hablarle de su viaje y preguntarle qué pensaba hacer. Y aquel día, Sett Budur, siempre disfrazada de Kamaralzamán, había ido al hain- mam del palacio, en el cual no quiso aceptar los servicios de ningún masajista. Y habia salido de él tan milagrosamente bella y brillante, y sus encan- tos tenían bajo aquel aspecto de hombre un atrac- tivo tan sobrenatural, que todo el mundo se detenia á su paso sin respirar y bendecía al Creador.
El rey Armanos, pues, se sentó al lado de Sett Budur, y habló con ella largo rato. Y tanto le subyu- garon sus encantos y elocuencia, que le dijo: <<¡Oh hijo mío, verdaderamente fué Alah quien te envió á mi reino para que seas el consuelo de mi ancia- nidad y ocupes el lugar de un hijo á quien pueda dejar mi trono! ¿Quieres, hijo mio, darme esa satis- facción, aceptando un casamiento con mi única hija