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DISERTACION

SOBRE LAS

MIL Y UNA NOCHES,

Por el baron Silvestre de Sacy.

Las Fábulas de Bidpai y los cuentos de las Mil y una Noches son los partos de la literatura oriental que han merecido más señalada aceptación en Europa. Y con efecto, ¿qué obra se ha traducido en más idiomas no ha logrado tantos lectores como estas colecciones de cuentos, que, después de haber sido grato embeleso de la niñez, nos están ofreciendo en la edad madura alivio y entretenimiento halagüeño? Decántese enhorabuena la antigüedad y la sabiduría de las leyes de Menou, la circunspecta y sentenciosa oscuridad de los libros sagrados de la China, la elocuencia majestuosa y sobrehumana del Alcoran, la divina epopeya de Valmiki, los cantos sublimes de Homero ó las celestiales meditaciones de Platón; ninguno de estos monumentos de inventiva humana puede competir, bajo aquel concepto, con las dos producciones citadas, que por otra parte no han acarreado revoluciones, derramado sangre, ni armado secta contra secta ó nación contra nación.

La suerte de entrambos libros, aunque una misma por punto jeneral, ofrece no obstante notables diferencias. El primero, semejante á las Pirámides de Ejipto, parece que está burlando los embates destructores de los siglos: su patria primitiva no es conocida, y pudiera conceptuarse que tuvo orijen en los primeros tiempos históricos. Doce siglos atrás, un poderoso monarca persa echó el resto de sus tesoros para que desapareciese en India, en donde los soberanos lo conservaban con religioso afán, como una de las más preciosas y antiquísimas joyas de su corona. Y desde entonces donde quiera ha llegado a conocerse, así en Asia como en Europa, igual ha sido la aceptación que ha merecido entre los doctos y el vulgo, entre los hombres de todas creencias, Hebreos, Cristianos ó Musulmanes. En las temporadas más esclarecidas de la literatura europea, muchos célebres escritores no han tenido á menos tomarle algunos apólogos ó engalanarse con sus despojos. En suma, las Fábulas de Bidpai son dignas por muchas circunstancias de la atención del filósofo, del moralista, y aún del lejislador.

Las Mil y una Noches no han ocupado el mismo lugar en la literatura orienta; desconocidas entre nosotros hasta el siglo XVIII, ningún objeto moral o filosófico presen-