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A las mujeres.

preparadas como vosotras por la educación, i sin embargo, el peligro las encontró vigorosas i sonrieron en su presencia, como los ánjeles sonrien ante la muerte. No tenian una patria i la crearon. Ellas hicieron un héroe de cada hombre.

¿Cómo realizaron tantos prodijios? — Tenian corazon; esto es, tenian fé i entusiasmo.

Entre vosotras no han existido grandes literatas, ni grandes damas, sino mujeres de corazon. La historia del gran mundo santiaguino no recuerda que haya existido jamas un abanico o un corsé célebre; nuestro Versailles ha sido Las Cajas i allí no se tiene memoria desde Cano de Aponto hasta Marcó, de que una dama santiaguina haya dado un nombre a un peinado, a un descote o siquiera a una cola de vestido. Nuestras mujeres han brillado solo por la grandeza de sus sentimientos; i es ese el gran libro heráldico que da derecho a la nobleza.

Conservad vuestro corazón, no importa que no conserveis vuestra elegancia ni el gusto refinado que os distingue, i sereis siempre la inspiradora i aun la iniciadora de los hechos sublimes.