con realistas influyentes. Ella despreció todos los peligros i un día se lanzó a la plaza a predicar la revolución.
La amable condescendencia de la autoridad terminó ese dia, i para castigarla se meditó una burla cruel.
Era algo cararterístico de aquella tiranía su persecución a las mujeres i su empeño tenaz por ridiculizar a todas las que por su heroísmo i entusiasmo podian interesar a la multitud i arrastrar prosélitos. Se creia talvez que el ridículo en política como en literatura era una arma mortal cuando se esgrimia contra la mujer.
María Cornelia Olivares fué, pues, reducida a prisión; se la condujo de su casa a la cárcel con gran aparato, i se la insultó brutalmente por el camino. Un grupo de pueblo que trató de seguirla fué dispersado por la tropa. En el interior de su prisión le raparon el cabello i las cejas, i a fin de envilecerla, la exhibieron en la plaza pública de Chillan, desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde.
Esta cobarde violencia hizo de ella una heroína i una mártir, las dos formas mas hermo-