terreno, cuyo aprovechamiento se ha realizado sin desechar ninguna área por insignificante que fuera.
Los muros de contención, en gran parte derrumbados, son de altura variable; los mejor conservados alcanzan a tener hasta 2 metros más o menos (fig. 1). Las piedras utilizadas en estas construcciones son rodados comunes, traídos del lecho de las antiguas cuencas o
de las terrazas.
piedras laminares, las llamadas vulgarmente lajas, muy abundantes en la región.
En algunos cerros los andenes ocupan las laderas, casi hasta las cumbres mismas (fig. 2). Es muy probable que los cultivos en estas alturas fueran a temporal, es decir, sin necesidad de conducir riego artificial hasta ellos. Mis investigaciones en esta zona, guiadas para descubrir el punto de arranque de los canales que pudieron haber servido para la distribución del riego, fueron infructuosas. No hallé en ninguna ocasión huellas de que alguna vez hubieran existido. En cambio, en otros lugares de El Alfarcito, en otros sistemas de terra-