Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/146

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
126
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

Edipo.—¿Cómo no, si ellos son los padres que me engendraron?

El Mensajero.—Porque Pólibo no tenía ningún parentesco contigo.

Edipo.—¿Qué has dicho? Pólibo, ¿no me engendró?

El Mensajero.—No más que yo, sino lo mismo que yo.

Edipo.—¿Cómo el que me engendró se ha de igualar con quien nada tiene que ver conmigo?

El Mensajero.—Como que ni te engendró él ni yo.

Edipo.—Pues ¿por qué me llamaba hijo?

El Mensajero.—Porque, fijate bien, un dia te recibió de mis manos como un presente.

Edipo.—¿Y así, habiéndome recibido de extrañas manos, pudo amarme tanto?

El Mensajero.—Si; porque antes le afligia el no tener hijos.

Edipo.—¿Y tú me habías comprado, o encontrándome por casualidad me pusiste en sus manos?

El Mensajero.—Te encontré en las cañadas del Citerón.

Edipo.—¿Y a qué ibas tú por esos lugares?

El Mensajero.—Guardaba los rebaños que pacían por el monte.

Edipo.—¿Luego fuiste pastor errante y asalariado?

El Mensajero.—Y tu salvador, hijo, en aquella ocasión.

Edipo.—¿Qué dolores me afligian cuando me recogiste?

El Mensajero.—Las articulaciones de tus pies te lo atestiguarán.

Edipo.—¡Ay de mí! ¿Por qué me haces mención de esta antigua desgracia?