Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/195

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
175
EDIPO EN COLONO

quieres ser extranjero domiciliado en este país a la fuerza y contra tu voluntad. Y esto te lo digo con el corazón lo mismo que con la lengua.

Coro.—¿Ves a lo que has llegado, extranjero? Pues por tu familia pareces justo, pero te han cogido obrando mal.

Creonte.—Yo, sin decir que desierta se halle esta ciudad, ¡oh hijo de Egeo!, ni falta de consejo, como tú afirmas, hice lo que he hecho creyendo que ninguna rivalidad se suscitaria entre éstos por causa de mis parientes, haste el punto de que quisiesen alimentarlos contra mi voluntad. Y pensaba que a un hombre parricida e impuro no lo defenderían, y menos si sabían que había contraído incestuosas nupcias con su madre. Sabía yo que entre vosotros existe el Areópago, cuya sabiduría es tanta, que no permite que tales vagabundos vivan en esta ciudad. En él puse yo mi fe para echar mano a mi presa, cosa que, además, no hubiera hecho si éste no me hubiese maldecido con terribles maldiciones, a mi y a mi familia, herido por las cuales creí que debía vengarme así, porque la cólera nunca envejece si no es muriendo; que sólo de los muertos no se apodera el rencor. Por lo tanto, tú harás lo que te plazca; porque el encontrarme solo, aun cuando tengo razón, me hace despreciable; pero si me maltratáis, aunque tan viejo soy, procuraré defenderme.

Edipo.—¡Oh atrevido impudente! ¿A quién crees injuriar con eso? ¿Acaso a mí que soy un viejo, o a ti que por esa tu boca me echas en cara homicidios, bodas y calamidades que yo en mi infortunio sufrí contra mi voluntad? Así, pues, lo querían los dioses, que probablemente estaban irritados contra la raza desde antiguo. Porque en lo que de mi ha dependido, no podrás encontrar en mi mancha ninguna de pecado por la cual