Página:Las siete tragedias de Sófocles - Biblioteca Clásica - CCXLVII (1921).pdf/350

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
330
TRAGEDIAS DE SÓFOCLES

voz y después de tanto tiempo ne apareces! No desobedeceré tu mandato.

Neoptólemo.—Tambien yo pondré en ello el mismo cuidado.

Hércules.—Pues no demoréis más la empresa; que el tiempo favorable y la navegación os instan, por ser el viento de popa.

Filoctetes.—Deja, pues, que al marcharme dirija un saludo a esta tierra, ¡Salve, oh mansión compañerg mía, y ninfas de estas húmedas praderas, y resonante fragor del mar, y promontorio en el cual muchas veces se mojó mi cabeza dentro de la cueva por las ráfagas del noto, y monte de Mercurio, que tantas veces me has devuelto el eco retombante de los lamentos que lanº zaba en mi aflicción! Ya, por fin, ¡oh fuentes y agua Licia!, 08 voy a dejar; os dejo ya, cosa que jamás podia llegar a creer. ¡Salve, oh campo de Lemnos cafiido por el mar! Envíame complaciente y con prospera naveg&ción adonde me llevan el potente hado, el parecer de los amigos y el todopoderoso demonio, que ha decidido esto.

Coro.—Marohemos ya todos juntos, suplicando a las ninfas marinas que sean protectoras de nuestro regreso.

FIN DE LA TRAGEDIAS