Leónidas Andreiev, uno de los más grandes maestros de la literatura rusa moderna, tiene ahora cuarenta y siete años. Nacido en el centro de Rusia, en Orel, de una familia pobre, estaba predestinado a una vida llena de miserias y de privaciones. Pero su energía y su voluntad de hierro le han permitido subir a las más altas cimas de la vida intelectual rusa. Después de hacer sus estudios en el colegio, sin un céntimo en el bolsillo, sin poder esperar ninguna ayuda material, partió para Petrogrado, donde entró en la Facultad de Derecho.
En su autobiografía cuenta que durante los años de sus estudios universitarios vivía en la más negra miseria y a veces estaba sin comer dos días seguidos. En 1894, cansado de luchar contra la miseria, desesperado, intentó suicidarse y se dió un balazo en el pecho. Pero los médicos salvaron la vida de quien algunos años más tarde debía ser gloria de la literatura rusa.
Sus primeras novelas, El silencio, Había una vez, y algunas otras que los lectores encontrarán en este primer volumen de sus obras, le dieron a conocer inmediatamente. El mismo Tolstoi dió su bendición a esta estrella ascendente. El joven escritor tuvo un principio feliz. La crítica le consagró artículos elogiosos; los editores solicitaban su colaboración. Las novelas siguientes le pusieron al lado de otros dos