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Plutarco.—Las vidas paralelas.

tiles para advertir de todo á los Faselitas. Por fin lograron se hiciera la paz con ellos, bajo las condiciones de dar diez talentos y de unirse con Cimon para la guerra contra los bárbaros. Eforo dice que era Titraustes el que mandaba la armada del Rey, y Ferendates el ejército; mas Calistenes es de opinion que Arimandes, el de Gobrias, tenía el mando de todas las fuerzas, y que con las naves marchó hácia el Eurimedonte; no estando dispuesto á pelear todavía con los Griegos, porque esperaba otras ochenta naves fenicias que habian salido de Chipre. Quiso Cimon anticiparse á su llegada, para lo que movió con sus naves, dispuesto á obligar por fuerza á los enemigos, si voluntariamente no querian combatir. Al principio éstos para no ser precisados se entraron rio adentro; pero siguiéndolos los Atenienses, hubieron de hacer frente, segun Fanademo con seiscientas naves, y segun Eforo con trescientas y cincuenta. Mas por mar nada hicieron digno de tan considerables fuerzas, sino que al punto se echaron á tierra; y los primeros pudieron escapar huyendo al ejército que estaba cerca; pero los demas fueron detenidos y muertos, y disuelta la armada. Ahora, la prueba de que las naves de los bárbaros habian sido en excesivo número, es que con haber huido muchas, como es nanatural, y haber sido otras muchas destruidas, todavía apresaron doscientas los Atenienses.

Bajaba el ejército hácia el mar, y le pareció á Cimon obra muy ardua contenerle en su marcha y hacer que los Griegos acometieran á unos hombres que venian de refresco y eran en gran número: con todo, viendo á éstos muy alentados y resueltos con el ardor y engreimiento que da la victoria á arrojarse en union sobre los bárbaros, á la infantería, que todavía estaba caliente del combate naval, le hizo que cargase con impetu y algazara; y resis liendo y defendiéndose por su parte los Persas no sin bizarría, se trabó una muy reñida batalla. De los Atenienses cayeron los hombres de mayor valor y de mayor opinion; pero al