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Plutarco.—Las vidas paralelas.

gaba á tiempo. Porque las voces que corrian eran de que todo estaba ya por los Atenienses, y que tenian un general invencible por su dicha y su prudencia. El mismo Nicias pasó de repente con esta prosperidad á ser confiado contra lo que llevaba su natural; y teniendo por cierto, ya por su demasiado poder y ventura, y ya más principalmente por los avisos que secretamente le llegaban de Siracusa, que para ser suya la ciudad apénas le faltaba más que estar hechas las capitulaciones, ninguna cuenta bizo de la venida de Gilipo, ni puso las convenientes guardias para estar en observacion: así, con desatenderle y despreciarle, dió lugar á que sin tener él la menor sospecha aportase en una lancha á la Sicilia, donde estableciéndose lejos de Siracusa, reclutó mucha gente sin que los SiracusaBos lo supiesen, ni siquiera le esperasen. Por tanto, ya se habia convocado para junta pública con el objeto de tratar de la capitulacion con Nicias; y algunos se encaminaban á ella, pareciéndoles que debia hacerse el tratado antes que del todo fuese circunvalada la ciudad; porque era muy poco lo que quedaba por hacer, y áun para esto estaban ya arrimados todos los materiales.

Cuando se hallaban en este conflicto llegó Gonguilo de Corinto con una galera; y corriendo todos á él, como era natural, les dijo que Gilipo estaba para llegar de un momomento á otro, y áun venian más fuerzas en su socorro.

Todavía dudaban de esta relacion de Gonguilo, cuando les llegó aviso de Gilipo, previniéndoles que marcharan á unirse con él. Cobraron, pues, ánimo, y tomando las armas apénas llegó Gilipo, sin detencion marchó en órden de batalla contra los Atenienses, Formó tambien Nicias contra ellos, y entonces, bajando Gilipo las armas, envió un heraldo á los Atenienses, diciéndoles que les daria permiso para retirarse con seguridad de la Sicilia; á lo cual ni siquiera se dignó de contestar Nicias; pero algunos de los soldados, echándose á reir, le preguntaron, si por ha-