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MARCO CRASO.

cogerla y alentar á los tímidos, se desdeño de hacerlo por orgullo. Finalmente, haciendo la acostumbrada expiacion del ejército, y presentándole el agorero las entrañas de la víctima, se le cayeron de las manos, con lo que se mostraron inquietos los que se hallaban presentes; mas él sonriéndose, «estas son cosas de la vejez, les dijo; pero á bien que las armas no se me caerán de la mano.» Movió de allí por la orilla del rio, llevando siete legiones de infantería, cerca de cuatro mil caballos, é igual número de tropas ligeras. En esto vinieron á darle parte algunosde los exploradores de que el país estaba desierto de hombres; pero se advertian huellas de gran número de caballos, que mudando de direccion, se habian vuelto atras; con lo que se encendieron más las esperanzas en Craso, y los soldados empezaron tambien á mirar con desprecio á los Partos, como que no eran hombres para venir con ellos á las manos; pero Casio volvió, sin embargo, á representar á Craso que seria bueno recoger las tropas y darles des canso en una ciudad fortificada hasta tener noticias másciertas de los enemigos; ó cuando no, marchar á Seleucia constantemente por la márgen del rio, pues con esto loa, trasportes, que no se apartarian nunca de la vista del cam pamento, los surtirian abundantemente de provisiones; y sirviéndoles el rio mismo de defensa para no ser cortadospodrían pelear siempre con igual ventaja contra los enemigos.

Cuando Craso estaba reflexionando y consultando acerca de estas cosas sobrevino un principe. árabe llamado Acba ro, hombre doloso y astuto, y que entonces fué para ellos, el, mayor y más consumado mal de cuantos para su perdicion amontonó la fortuna. Acordábanse algunos de los que habian servido con Pompoyo de que habia disfrutado de su favor y tenía concepto de ser amante de los Romanos.. Arrimóse entonces á Craso por dictámen de los generales del.

Rey, para que viera si acompañándolo podria llevarlo lejos.