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LISANDRO.

decia, había echado la cuenta de que no podia haber coucebido de él, por lo que no hacía caso de Leotuquidas, y era público que nunca lo habia reconocido. Con todo, cuando le trajeron enfermo á Herea, condescendiendo con las súplicas del mismo jóven y las de sus amigos, declaró delante de muchos á Leotuquidas por su hijo; y rogando á los que se hallaban presentes que así lo manifestaran á los Lacedemonios, falleció. Depusieron, pues, éstos en favor de Leotuquidas; y además á Agesilao, varon de excelentes calidades y que tenía el patrocinio de Lisandro, le perjudicaba el que Diopeites, sujeto de grande opinion en la interpretacion de oráculos, acomodaba el siguiente valicinio á la cojera de Agesilao:

Por más, oh Esparta, que andes orgullosa Y sana de tus piés, yo te prevengo Que de un reinado cojo te precavas:

Pues te vendrán inesperados males, Y de devastadora y larga guerra Serás con fuertes olas combatida.

Eran muchos los que opinaban por el vaticinio, y se declarabau por Leotuquidas; pero Lisandro dijo que Diopeites no lo habia entendido bien; pues el Dios no se oponia á que un cojo mandara en Esparta, sino que manifestaba que entonces estaria cojo el reino cuando los bastardos y malnacidos reinasen sobre los Heraclidas; con la cual in— terpretacion y su gran poder ganó la causa, y fué declarado rey Agesilao.

Inclinóle desde luego Lisandro á formar una expedicion contra el Asia, lisonjeándole con la esperanza de acabar con los Persas y engrandecerse. Con este objeto escribió.

á sus amigos de Asia, proponiéndoles que pidicsen á los Lacedemonios nombraran á Agesilao por general para la guerra contra los bárbaros. Vinieron éstos en ello, y en-