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Plutarco.—Las vidas paralelas.

las trincheras, sino que contestó ásperamente á los Macedonios por haber admitido la correccion del juramento.

Mientras asi andaba fugitivo Eumenes, le llegaron cartas de los que en Macedonia temian los adelantamientos de Anlígono: de Olimpiada, que le llamaba para que tomara bajo su amparo y educara al hijo de Alejandro, á quien se armaban asechanzas; y de Poliporcon y el rey Filipo, que confiriéndole el mando del ejército de Capadocia, le dabad orden de hacer la guerra á Antígono y de tomar del tesoro de Cindos quinientos talentos para restablecer su fortuna, y para la guerra cuanto hubiera menester; y sobre estos mismos objetos escribieron tambien á Antigenes y Teutamo, caudillos de los Argiraspidas. Como estos, leidas las cartas, en la apariencia recibiesen con agrado á Eumenes, pero en realidad se viese que estaban devorados de envidia y emulacion, desdeñándose de ser sus segundos; á la envidia ocurrió Eumenes con no recibir la cantidad designada, como que nada le hacía falta; y á la emutacion y ambition de mando de unos hombres que ni valian para mandar ni querían obedecer, opuso la supersticion. Porque les refirió habérsele aparecido Alejandro entre sueños, y haberle mostrado un pabellon magnificamente adornado, en el que habia un trono real; y que despues le dijo, que cuando se reunieran á despachar en aquel sitio, él estaria en medio de ellos, y tomaria parte en todo consejo y en toda empresa que se comenzara bajo sus auspicios. Fácilmente hizo entrar en esta idea á Antigenes y Teutamo, que no querian concurrir á su posada; así como él se desdeñaba de que se le viera llamar en puerta ajena. Armando, pues, un pabellon real y un trono destinado para Alejandro, allí se reunian á tratar los negocios de importancia. Dirigíanse á las provincias superiores; y Peucestas, que era amigo, se le agregó en el camino con todos los demas Sátrapas. Juntaron en uno todas las tropas; y lo que es con el gran número de armas y la brillantez de los preparatiI I