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Plutarco.—Las vidas paralelas.

lo último sólo unos pocos de sus confederados ocultamente se le sublevaron. Por tanto, para el uno era el fin de todo peligro el vencer á los enemigos; y para el otro el mismo vencer era un peligro de parte de los que tenía envidiosos.

Los hechos de guerra fueron parecidos y semejantes; pero en diverso modo, siendo Eumenes por carácter belicoso y pendenciero, y Sertorio amante de la paz y del reposo. Porque aquét, habiendo podido vivir en seguridad, disfrutando grandes bonores, si hubiera amado el retiro, estuvo en perpétua contienda y peligro con los principales; y á éste, que huia de los negocios, para la seguridad de su persona le fué preciso estar en guerra con los que no le dejaban vivir en paz: pues Antigono de buena voluntad se habria avenido con Eumenes, si absteniéndose de contender por la primacía, se hubiera contentado con el segundo lugar despues de él; y á Sertorio ni siquiera queria permitirle Pompeyo el vivir apartado de todo negocio. Por tanto, el uno voluntariamente se arrojó á la guerra y al mando; y el otro tomó este contra su voluntad, porque le bacian la guerra. Era, pues, apasionado de ésta el que tenía en más la ambicion que la seguridad; y guerrero solamente el que con la guerra adquiria su sa lud. La muerte al uno le cogió enteramente desprevenido; y al otro cuando ya esperaba su fin; por lo que en el uno hubo candidez, pues parece se fió de unos amigos; y en el ouro debilidad, porque habiendo querido huir, dió, sin embargo, lugar á que le echaran mano. La muerte del uno no afrentó su vida, habiendo sufrido de mano de unos amigos lo que ninguno de los enemigos pudo ejecutar jamás; y el otro no habiéndose resuelto á huir antes de ser cautivo, y queriendo vivir despues de la cautividad, ni evitó ni sufrió la muerte con la grandeza de ánimo que convenia; sino que con humillarse y suplicar al que parecia que sólo dominaba su cuerpo, lo hizo tambien dueño de su espíritu.