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Plutarco.—Las vidas paralelas.

silao se propuso marchar á la guerra en que se veia la patria, sabedor de que ésta se hallaba sin recursos y tenía á su sueldo tropas extranjeras. Despidióle, pues, aquél con el mayor aprecio y agasajo, baciéndole las mayores honras y magnificos presentes, y dándole para la guerra doscientos y treinta talentos. Mas levantóse una recia tempestad, por la que volvió á tierra con sus naves, y arrojado á un punto desierto del Aftica, al que llaman el puerto de Menelao, allí falleció: habiendo vivido ochenta y cuatro años, y reinado en Esparta cuarenta y uno; de los cuales por más de treinta fué tenido por el varon mayor y más poderoso de la Grecia, y casi reputado general y rey de toda ella hasta la batalla de Leuctras. Era costumbre de los Espartanos que cuando los particulares morian en tierra extraña quedaran y se enterraran alli sus cadáveres; y que los de los reyes fuesen llevados á Lacedemonia: así los Esparcia Las que se hallaron presentes barnizaron con cera el de Agesilao, á falta de miel, y lo condujeron á Esparta. El trono le ocupó su hijo Arquidamo, y permaneció en su descendencia hasta Agis, á quien por tratar de restablecer el antiguo gobierno, dió muerte Leonidas: siendo este Agis el quinto despues de Agesilao.