Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo III (1879).pdf/8

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
10
Plutarco.—Las vidas paralelas.

gando á Mileto, no me haces alli la entrega de la armada?

puesto que si somos dueños del mar, en él no tenemos por qué temer á los enemigos que se hallan en Samos;» pero respondiéndole Lisandro que ya no tenía mando, sino que él era quien estaba encargado de la escuadra, tomó la vuelta del Peloponeso, dejando á Calicrátidas en el mayor apuro. Porque ni á su venida habia traido fondos de Esparta, ni le sufria su corazon recogerlos por fuerza de las ciudades, que estaban infelices. No le quedaba, pues, otro recurso que ir, como Lisandro, á tocar las puertas de los generales del Rey, y mendigarlos de ellos, para lo que era el ménos á propósito del mundo; porque como hombre libre y de elevados pensamientos, creia que cualquiera derrota de los Griegos era para la Grecia toda más honrosa que el adular y presentarse ante las puertas de unos bárbaros que, fuera de poseer mucho oro, nada bueno tenian. Precisado sin embargo de la estrechcz, subiendo á la Lidia, marchó en derechura á la casa de Ciro, y mandó decir que Calicrátidas, el comandante de la escuadra, estaba allí y queria hablarle; pero como uno de los que servian á la puerta le diesc la respuesta de que Ciro no estaba entonces de vagar porque bebia, «pues nada malo hay en eso, le contestó, porque yo me esperaré aquí hasta que haya bebido. Parecióles á aquellos bárbaros que era un hombre muy inurbano, y como observase que se reian de él, se marchó. Volvió segunda vez á la puerta, y no siendo admitido, incomodado de ello, marchó á Efeso, echando mil imprecaciones contra los primeros que fueron corrompidos con el lujo de los bárbaros y que los ensecñaron á ser insolentes á causa de su riqueza, y jurando ante los que se hallaban presentes, que apenas se viese en Esparta haria todo cuanto le fuese posible porque se reconciliaran entre sí los Griegos y porque, haciéndose temibles á los bárbaros, se dejaran de implorar la fuerza de éstos unos contra otros.