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Plutarco.—Las vidas paralelas.

gos y rios que corren al mar, se cria abundancia de anguilas; y siempre los que lo intenten pueden hacer copiosa pesca: así los asalariados de uno y otro ejército, estando en ocio y tregua, se dedicaban á este ejercicio. Eran todos Griegos, y no teniendo entre sí motivo particular de enemiga, aunque en los combates peleaban denodadamente, en el tiempo de tregua se reunian y conferenciaban unos con otros; y entonces, entreteniéndose en la comun ocupacion de la pesca, trababan conversacion, ponderando la apacibilidad del mar y la belleza de aquellos contornos. En una de estas ocasiones dijo uno de los que militaban con los Corintios: «Es posible que una ciudad como ésta, tan grande y tan abastada de bienes, habeis de querer barbarizarla vosotros siendo Griegos, y establecer cerca de nosotros á esos malvados é inhumanos Cartagineses, respecto de los cuales habíamos de desear que mediaran muchas Sicilias entre ellos y la Grecia? ¿ó acaso imaginais que habiendo movido su ejército desde las columnas de Hércules y el mar Atlántico, no han de haber venido aquí sino á exponerse para el establecimiento de lquetes? El cual, si pensara como buen general, no desecharia á los de su metrópoli, ni atraeria sobre la patria á los que no pueden ménos de ser sus enemigos; sino que alcanzaria cuanto honor y poder le estuviese bien, haciéndose recomendable á los Corintios y á Timoleon.» Difundieron los soldados estas especies en el campamento, y con ellas hicieron concebir sospechas á Magon de que se trataba de venderle, cabalmente cuando hacía tiempo que buscaba pretextos: así fué que por más que Iquetes le rogó se detuviese, y le hizo ver cuán superiores eran á los enemigos, reputando allá dentro de sí que era más lo que en virtud y fortuna le aventajaba Timoleon, que lo que él le excedia en fuerzas, levó repentinamente ancoras, y navegó al Africa, dejando que se le fuese de entre las manos la Sicilia de un modo vergonzoso y contrario á toda humana prudencia.