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Plutarco.—Las vidas paralelas.

dados Griegos estipendiarios, siendo así que nunca antes tos Cartagineses habian echado mano de los Griegos; mas entonces tenían de ellos la más alta opinion, juzgándolos por los más invencibles y valientes de todos los hombres.

Reunidos de comun acuerdo en la Mesenia, dieron muerte á cuatrocientos de los estipendiarios de Timoleon que habian sido enviados en su auxilio: y en la provincia de los Cartagineses, habiéndose armado asechanzas cerca del pueblo llamado Hieras á los estipendiarios mandados por Eutimio de Leucadia, todos perecieron; con lo que la dicha de Timoleon adquirió aún mayor nombradía: porque habían sido de los que con Filodemo de Focea y con Onamarco habían tomado á Delfos, haciéndose participantes de su sacrilegio. Aborrecidos por tanto y abominados de todos, andando errantes por el Peloponeso, fueron acogidos por Timoleon á falta de otros soldados; y venidos con él á Sicilia, en todas las batallas en que á su lado se halaron hubieron la victoria; mas luego que tuvieron fin aquellos grandes y reñidos combates, enviados á dar auxilio á diferentes puntos, murieron ó cayeron en cautiverío, no todos á la vez, sino por partes: atestiguando este modo de su castigo que en él intervenia la buena suerte de Timoleon, para que del castigo de los malos ningun daño resullase á los buenos. De esta manera vino á suceder que no ménos resplandeció la benevolencia de los Dioses para con Timoleon en las cosas que pareció serle adversas, que en aquellas en que salió triunfante.

Los más de los Siracusanos estaban incomodadísimos de verse á cada momento denostados por los tiranos. Especialmente Mamerco, muy ufano con que componia poemas y tragedias, y engreido con haber vencido á los estipendiarios, al hacer á los Dioses la consagracion de los escudos habia puesto por inscripcion un dístico elegiaco muy afrentoso de este tenor: