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Plutarco.—Las vidas paralelas.

gando donde aquellos estaban, se paró. A todos dió que observar el color de la clin resplandeciente como el fuego, sa ufanía y la suavidad y apacibilidad de su relincho; pero el agorero Teócrito, habiendo reflexionado un poco, dirigió la voz á Pelópidas, y exclamó: «La victima, oh bienbadado, te se ha venido á la mano: no esperemos ya olra virgen; valle de aquella que Dios te ha presentado.» Echaron entonces mano á la yegua; la llevaron á la sepultura de las doncellas, donde haciendo plegarias y poniéndole coronas, ta degollaron alegres, haciendo correr por el ejército la voz del ensueño de Pelópidas, y del sacrificio.

En la batalla Epaminondas marchó oblicuamente con la infantería y fué dilatando su ala izquierda, para llevar lo más lejos posible de los demas Griegos la derecha de los Esparcialas, y para rechazar con impetu y á viva fuerza á Cleombroto que la mandaba. Los enemigos advirtieron lo que pasaba, y empezaron á hacer mudanza en su formacion, extendiendo y encorvando la derecha, como para envolver y encerrar á Epaminondas cen su muchedumbre.

En esto, Pelopidas, acelerando el paso, y haciendo una conversion con sus trescientos, se adelanta corriendo ántes que Cleombroto desplegue su ala, ó que la vuelva á su estado corrando la formacion, y cae sobre los Lacedemonios cuando no estaban á pié firme, sino en cierta confusion y desórden. Es el caso que siendo los Esparciatas los más aventajados artifices y maestros en las cosas de la guerra, ou nada ponían más cuidado ni se ejercitaban más que en no separarse ni confundir ó desordenar la formacion, y ántos hacer todos de tribunos y cabos, para poder donde los cogiese la pelea y el riesgo cargar y combatir con mayor union; pero entonces la direccion de Epaminondas con la falange contra aquellos solos, pasando de largo por los demas, y el haber sobrevenido Pelópidas con increible rapidez y ardimiento, de tal manera desconcertó sus planes y toda su ciencia, que hubo de parte de los Esparciatas una