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Plutarco.—Las vidas paralelas.

en terreno más llano: así es que padecieron mucho por la caballería que caia sobre ellas y las acometia por todas partes. Enviaron, pues, á toda priesa un aviso á Pausanias, pidiéndole auxilio, pues por sí no podian sostenerse contra la muchedumbre de los bárbaros. Pausanias, además de recibir este aviso, veia que el campo de los Megarenses se cubria de saetas y dardos, y que estos se habian recogido á un punto muy estrecho; mas como no tuviese arbitrios para defenderlos contra los caballos con la infanteria pesadamente armada de los Esparciatas, excitó entre los demas generales y caudillos de los Griegos que le rodeaban una contienda y emulacion de virtud y gloria, proponiéndoles si habria algunos que voluntariamente se ofreciesen á auxiliar y socorrer á los de Megara. Excusáronse los demas; pero Arístides tomó este negocio á cargo de los Atenienses, y envió con este designio á Olimpiodoro, el más alentado de los tribunos, que llevó consigo trescientos hombres escogidos, y mezclados con ellos algunos tiradores. Previniéronse éstos sin dilacion, y marcharon á carrera; mas como lo advirtiese Masistio, general de la cabailería de los bárbaros, varon muy denodado y de maravillosa estatura y belleza, volviendo su caballo se dirigió contra ellos. Sestuviéronse y trabaron combate, el que se hizo muy porfiado, teniéndolo por prueba de lo que podria esperarse en adelante. En esto, herido de un dardo el caballo derribó á Masistio, el cual caido apenas podia moverse por el peso de las armas; pero al mismo tiempo habia gran dificultad para que fuese ofendido de los Atenienses, que to tenian cercado y procurában herirlo, por cuanto no sóto llevaba defendidos el pecho y la cabeza, sino todo el resto del cuerpo con piezas de oro y plata. Con todo, hirióle uno con la punta del dardo en la parte del casco por donde se descubria un ojo, quitándole la vida; y los demas Persas, abandonando el cadáver, dieron á huir. Echose de ver la grandeza de esta victoria, no en la muchedumbre