tos los de Platea, consagrados al Dios para hacer sacrificios por la salud de la Grecia. Sancionado este decreto, tomaron á su cargo los Plateenses el hacer exequias cada año por los Griegos que murieron y descansan allí, lo que hasta el dia de hoy ejecutan de esta manera: el dia 16 del mes Maimacterion, que para los Beocios es Alcomenio, forman una procesion, á la que desde el amanecer precede un trompeta, que toca un aire marcial, yendo en pos carros llenes de ramos de mirto y de coronas, y un toro blanco:
llévanse despues en ánforas libaciones de vino y leche, y jóvenes ingenuos conducen cántaros de aceite y ungüento; porque á ningun esclavo se le permite poner mano en aquel ministerio, á causa de que los varones en cuyo honor se hace la ceremonia murieron por la libertad. Viene por fin el Arconte de los Plateenses, y con no serle lícito en ningun otro tiempo locar el yerro, ni usar de vestidura que no sea blanca, entonces se viste túnica de púrpura, y tomando del aparador una ánfora, va hacia los sepulcros por medio de la ciudad con espada desenvainada. Llegado al sitio, toma agua de la fuente, hace aspersion sobre las pirámides ó columnas, y las unge con ungüento: mata despues el toro sobre la hoguera, é invocando á Júpiler y á Mercurio infernal, convida á los excelentes varones que murieron por la Grecia á gustar de aquel banquete y de aquella sangre: echando luégo vino en una taza, y vaciándolo, pronuncia estas palabras: «Sea en honor de los varpnes que murieron por la libertad de los Griegos:» ceremonias con que todavía cumplen el dia de hoy los Plateenses.
Restituidos á la ciudad los Atenienses, observó Arístides que mostraban deseos de restablecer la perfecta democracía; y como por una parte considerase á aquel pueblo muy digno de consideracion, y por otra no juzgase fácil el oponérsele siendo poderoso en armas y hallándose ensoberbecido con sus victorias, escribió decreto para que el gobierno fuese comun é igual á todos, y los Arcontes se