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Plutarco.—Las vidas paralelas.

sobresaliente en autoridad entre los Leontinos, se pusieron enteramente en sus manos, y le eligieron caudillo para la guerra, en medio de que no era mejor que los que abiertamente se decian tiranos; sino que no tenian otro recurso, y prefirieron dar su confianza á un Siracusano de origen, que reunia una fuerza proporcionada contra el tirano.

Como en aquella misma sazon viniesen contra Sicilia con una fuerte armada los Cartagineses, ensoberbecidos con su buena suerte, temerosos los Sicilianos resolvieron enviar embajadores á la Grecia, é implorar el auxilio de los de Corinto, no solamente por el deudo de un mismo origen, y porque muchas veces habian sido de ellos favorecidos en iguales casos, sino por saber que generalmente aquella eiudad habia sido siempre tan amiga de la libertad como enemiga de los tiranos, y que la mayor parte de sus peligrosas guerras las habia sostenido, no por deseo y ambicion de mando, sino por la libertad de los Griegos.

Iquetes, cuya mira en el mando era la tiranía, y no la libertad de los Siracusanos, ya entonces tenía relaciones secretas con los Carlagineses, aunque en público hablaba en favor de los Siracusanos, y había enviado tambien embajadores al Peloponeso: no porque quisiera que vinieraauxilio de aquella parte, sino con la esperanza de que si los de Corinto no se movian á dar este socorro, como era natural, por las disensiones y contiendas de los Griegos, podria más fácilmente hacer dueños de los negocios á los Cartagineses, y tenerlos por aliados y auxiliares contra los Siracusanos, ó contra el tirano; aunque estas cosas se descubrieron un poco más adelante.

Al arribo de los embajadores, los Corintios, acostumbrados siempre á ser rogados de sus colonias, y especialmente de la de los Siracusanos, como afortunadamente no hubiese entonces entre los Griegos nadie que los incomodase, ballándose en plena paz y sosiego, decretaron socorrerlos