Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo IV (1880).pdf/114

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
116
Plutarco.—Las vidas paralelas.

nes, y poniéndolas al mando de diversos caudillos, procuraba hacer entrar en su plan á todo el pais del contorno hasta et rio Araris, llevando la idea, si lograba que en Roma se formase partido contra César, de concitar para aquella guerra á toda la Galia; y si esto lo hubiera hecho poco despues, cuando ya César estaba implicado en la guerra civil, no hubieran sido los temores que en tal caso se hubieran apoderado de la Italia ménos violentos que aquellos que los Cimbros le causaron. Mas ahora César, cuyo ingenio era sacar partido de todos los accidentes para la guerra, y sobre todo aprovechar la ocasion, en el momento mismo de serle la rebelion anunciada, levantando el campo, volvió por el mismo camino que habia traido, y con la fuerza y la celeridad de su marcha, a pesar de los indicados obstáculos, demostró á los bárbaros ser infatigable é invencible el ejército que los perseguia: pues cuando creian que en mucho tiempo no pudiera llegarle ni mensajero ni correo, le vieron ya sobre sí con todo el ejército, talando sus tierras, apoderándose de sus puestos, asolando sus ciudades, y volviendo á su amistad á los que habían hecho mudanza: hasta que tambien entró en la guerra contra él la nacion de los Eduos, que habiéndose apellidado en todo el tiempo anterior hermanos de los Romanos, entonces se habian unido con los rebeldes; siendo motivo de no pequeño desaliento para el ejército de César.

Retiróse, pues, de allí por esta causa, y pasó los términos de los Lingones, para ponerse en contacto con los Secuanos, que eran amigos y estaban interpuestos entre la Italia el resto de la Galia. Fuéronle allí á buscar los enemigos, y aunque le opusieron por todas partes muchos millares de hombres, les dió batalla; ya todos los demas los venció y sojuzgó á fuerza de tiempo y del terror que llegó á causarles; pero al principio parece tuvo algun descalabro; y los Arvernios muestran una espada suspendida en el templo como despojo de César, la que él mismo vió algun y