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CAYO JULIO CÉSAR.

en su propósito contínuas variaciones. Mostróse asimismo muy perplejo á los amigos que se hallaban presentes, de cuyo número era Asinio Polion, calculando con ellos los grandes males de que iba á ser principio el paso de aquel rio, y cuánta había de ser la memoria que de él quedara á los que despues vendrian. Por fin, con algo de cólera, como si dejándose de discursos se abandonara á lo futuro, y pronunciando aquella expresion comun, propia de los que corren suertes dudosas y aventuradas, tirado está ya el dado, se arrojó á pasar; y continuando con celeridad lo que restaba de camino, llegó á Arimino ántes del dia, y le ocupó, Dícese que la noche anterior á este paso tuvo un ensueño abominable; pues le pareció que se acercaba á su madre con una mezcla que sin horror no puede pronunciarse.

Despues de tomado Arimino, como si á la guerra se le hubieran abierto anchurosas puertas contra toda la tierra y el mar, y como si las leyes de la república se hubieran conmovido con traspasarse los términos de una provincia, no se veía á hombres y mujeres como en otras ocasiones discurrir por la Italia; sino alborotadas las ciudades enteras, y que huyendo corrian de unas á otras. La misma Roma, como inundada de diferentes olas con la fuga y concurso de los pueblos del contorno, ni obedecia fácilmente á los magistrados, ni escuchaba razon alguna en semejante lumullo y borrasca; y estuvo en muy poco que por si misma no fuese destruida. Porque no habia parte alguna que no estuviese agitada de pasiones contrarias y de conmociones violentas; y pi áun la que parecia deber hallarse contenta estaba en reposo; sino que encontrándose, en una ciudad tan grande, con la que estaba temerosa y triste, y vanagloriándose ya de lo venidero, tenían continuos allercados.

A Pompeyo, de suyo bastante cuidadoso, cada uno le molestaba por su parte, acusándole unos de que por haber fomentado á César contra sí mismo y contra la república