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CAYO JULIO CÉSAR.

peyo; pero á Labieno le remitió César su equipaje y cuanto le pertenecia. El primer paso de éste fué marchar en busca de Domicio, que con treinta cohortes ocupaba á Corfinioy puso frente de esta ciudad su campo. Dióse Domício por perdido, y pidié at médico, que era uno de sus esclavos, le diese un veneno; y tomando el que le propinó, se retiró para morir; pero habiendo oido al cabo de poco que César usaba de gran humanidad con los prisioneros, se lamentaba de sí mismo, y condenaba su precipitada delerminacion. En esto, como el médico le alentase diciéndole que era narcótica y no mortífera la bebida que habia tomadose puso muy contento, y levantándose, se dirigió á César; y no obstante que éste le alargó la diestra, volvió á pasarse al partido de Pompeyo. Llegadas á Roma estas noticias, dilataban los ánimos; y algunos de los que habian huido, se volvieron.

Tomé César el ejército de Domicio, y se anticipó á ir recogiendo por las ciudades todas las demas tropas levantadas para su contrario; con las que hecho ya fuerte y poderoso, marchó contra el mismo Pompeyo. Mas éste no aguardó su llegada, sino que huyendo á Bríndis, á los cónsules los envió primero con el ejército á Dirraquio, y él de allí á poco se hizo tambien á la vela al aproximarse César, segun que en la Vida de aquél lo manifestaremos con ma—yor individualidad. Queria César ir al punto en su seguimiento; pero faltábanle las naves, por lo que retrocedió á Roma, hecho dueño de toda la Italia en sesenta dias sin haberse derramado una gota de sangre. Como hubiese encontrado la ciudad más sosegada de lo que esperaba, y que muchos del Senado permanecian en ella, á éstos les dirigió palabras humanas y populares, y los exhortó á que enviasen á Pompeyo personas que tratasen con él de una transaccion decorosa; pero no hubo quien se prestara á ello, bien fuese por temor á Pompeyo, á quien habian aban donado, ó bien por creer que no siendo tal la intencion de