Focion que en cierta ocasion, estando ya lleno el teatro, se paseaba por la escena, estando todo embebecido dentro de sí mismo; y diciéndole uno de sus amigos: «Parece, ob Focion, que estás meditando,» le respondió: «si, medito qué es lo que podré quitar del discurso que voy á pronunciar á los Atenienses.» El mismo Demóstenes, que miraba con alto desprecio á los demas oradores, cuando se levantaba Focion solia decir en voz baja á sus amigos: «¡Ea! ya está ahí el hacha de mis discursos.» Mas quizá esto mismo debió atribuirse á sus costumbres: puesto que una palabra sola, ó una seña de un hombre de bien, tiene una fuerza y un crédito qué equivale á millares de argumentos y de periodos.
Siendo todavía jóven se arrimó al general Cabrias, y se ponia á su lado, sirviéndole éste de mucho para adelantar en el arte militar; mas en algunas cosas él le servia para corregir su carácter, que era desigual y arrebatado. Porque con ser Cabrias de suyo tardo y pesado, metido ya en los combates, se irritaba y encendia en ira, arrojándose á los peligros temerariamente: como en Quio, que perdió la vida por ser el primero á acometer con su galera, y á emprender á viva fuerza el desembarco; y siendo Focion á un tiempo prudente y activo, inflamaba por una parte la detencion de Cabrias, y por otra contenia la prontitud inoportuna de sus impetus. Por esta razon, siendo Cabrias de amable y generosa indole, le miró con aprecio, y lo promovió á las comisiones y mandos, dándole á conocer a los Griegos, y valiéndose de él para los encargos de mayor importancia: por el cual medio en la batalla naval de Najos proporcionó á Focion no pequeño nombre y gloria:
porque le dió el mando del ala izquierda, en la que fue más arrobatado el combate, y tambien se decidió con suma prontitud. Como fuese, pues, esta la primera batalla naval que la ciudad dió sola, despues de tomada á los Griegos, y hubiese salido victorioso, tuvo en mucho más