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ALEJANDRO.

dificultad en lugares húmedos y resbaladizos por el barro, le fué preciso pelear al punto en desórden y cada uno separado contra los que les cargaban, ántes que pudieran tomar formacion los que iban pasando; porque les acometian con grande algazara, oponiendo caballos á caballos, y empleando las lanzas, y cuando éstas se rompian las espadas. Dirigiéronse muchos contra él mismo, porque se hacía notar en la adarga y en el penacho del morrion que caia por uno y otro lado, formando como dos alas maravillosas en su blancura y en su magnitud; y habiéndole arrojado un dardo que le acertó en el remate de la coraza, no quedó herido. Sobrevinieron á un tiempo los generales Resaces y Espitridates, y hurtando el cuerpo á éste, á Resaces armado de coraza le tiró un bote de lanza, y rota ésta, metió mano á la espada. Baliéndose los dos acercó por el flanco su caballo Espitridates, y poniéndose á punto, le alcanzó con la azcona de que usaban aquellos bárbaros; con la cual le destrozó el penacho, llevándose una de las alas; y el morrion resistió con dificullad al golpe, tanto que aun penetró la punta, y llegó á tocarle en el cabello. Disponíase Espilridates á segundar; pero le previno Clito el mayor, pasándole de medio á medio con la lanza; y al mismo tiempo cayó muerto Resaces herido de Alejandro. En este conflicto, y en lo más recio del combate de la caballería, pasó la falange de los Macedonios, y vinieron a las manos una y otra infantería; pero los enemigos no se sostuvieron con valor ni largo rato, sino que se dispersaron y huyeron, á excepcion de los Griegos estipendiarios; los cuales, retirados á un collado, imploraban la fe de Alejandro; pero éste, acometiéndolos el primero, llevado más de la cólera que gobernado por la razon, perdió el caballo pasado de una estocada por los ijares (era otro, no el Bucéfalo); y alll cayeron tambien la mayor parte de los que perecieron en aquella batalla, peleando con hombres desesperados y aguerridos. Dícese que murieron de los bárbaros 'veinte