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Plutarco.—Las vidas paralelas.

riosos los que aprenden á fuerza de trabajo y aplicacion; y es que en éstos cada cosa que aprenden viene á ser como una marca impresa en el alma á fuego. Parece tambien que la desconfianza hacia en Caton la instruccion más trabajosa y dificil; porque el aprender es un cierto padecery el dejarse persuadir pronto es ordinariamente de los que no se sienten con fuerza para contradecir; así es que más fácilmente creen los mozos que fos viejos, y los enfermos que los sanos; y en general los que dudan poco, son prontos y fáciles en asentir. Con todo, se dice que Caton se dejaba persuadir de su ayo, y hacia lo que le ordenaba; pero exigiendo la razon de todo, y preguntando el por qué de cada cosa, pues el ayo era benigno y afable, y de los que prefieren la razon al castigo. Su nombre era Sarpedon.

Siendo todavia Calon muy niño solicitaron los aliados de los Romanos que se les hiciera participantes de los derechos de ciudad; y Silon Popedio, buen militar y de grandereputacion, teniendo amistad con Druso pasó á hospedarse en su casa bastantes dias; en los cuales habiendo contraído familiaridad con aquellos jóvenes: «ea, les dijo, es menester que intercedais con el tio para que me patrocine en mi pretension;» y Cepion, sonriéndose, dió indicios de que venía en ello. Caton nada respondió, sino que se quedó mirándole de hito en hito con ceño; y preguntándole Popedio: «¿y tú, niño, qué dices? ¿no estás dispuesto á auxiliar á los huéspedes, hablando al tio como el bermano?» Como nada dijese, y con el silencio mismo y el semblante manifestase que no accedia á la peticion, sacándole Popedio por una ventana como para dejarle caer, le instaba á que conviniese ó lo derribaria; y al mismo tiempo ahuecando la voz le sacudia en el aire con ambas manos, haciendo muchas veces como que le echaba abajo. Aguanto por mucho tiempo Caton esta amenaza sereno é impávido; y Popedío, poniéndole en el suelo dijo en voz baja á sus amigos:

«¡Cuánta es la dicha de la Italia en tener este niño! si fuera