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Plutarco.—Las vidas paralelas.

que su determinacion tuviera el próspero fin que correspondia á su anterior virtud y patriotismo.

Dicho esto por Caton, en algunos habia hecho su discurso el efecto de inspirarles confianza; pero los más, olvidados puede decirse, al ver su impavidez, su grandeza de alma y su humanidad, de los peligros de aquella situacion, teniéndole á él sólo por su caudillo, invicto y superior å todos los casos de la fortuna, le rogaban que dispusiera de sus personas, de sus intereses, de sus armas, como le pareciese; porque más querian morir puestos en sus manos, que salvarse haciendo traicion á tan encumbrada virtud.

Propúsose por uno de los concurrentes que podría ser oportuno decretar la libertad de los esclavos; y conviniendo los más en ello, dijo Caton que no consentiria en que tal se hiciese, porque no era justo ni conforme á las leyes; y solamente ahorrándolos sus dueños, recibiria á los que se hallasen en edad de tomar las armas. Hiciéronle en seguida muchas ofertas, y diciendo que los que quisieran se suscribieran en un registro, se retiró. Llegáronle de alli á poco cartas de Juba y Escipion; de los cuales aquél, que se había ocultado en un monte con algunos pocos de los suyos, le preguntaba qué determinaba se hiciese; porque le aguardaria si pensaba dejar á Utica, y si preferia sufrir un sitio, le auxiliaria con su ejército; y Escipion, que estaba al ancla en un promontorio no lejos de Utica, le manifestaba que tambien esperaba su resolucion.

Parecióle conveniente á Caton detener á los que habían traido las cartas hasta estar bien seguro de lo que harian los trescientos: porque los del Senado se mantenian en la mejor disposicion, y dando al punto libertad á sus esciavos, los habia armado; pero en cuanto á los trescientos, gente de mar y de negocios, y cuya riqueza consistia en esclavos por la mayor parte, en sus ánimos habían permaaecido por poco tiempo las palabras de Caton, y muy pronto se habian desvanecido; á la manera de ciertos cuer-