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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Eforos, habiendo acercado la autoridad de éstos muy próximamente á la de un monarca.

Luego que se hizo de dia proscribió Cleomenes á ochenta ciudadanos, que entendió convenia saliesen desterrados, y quitó las sillas de los Eforos, á excepcion de una que dejó para dar él mismo audiencia en ella. Congregó en seguida junta del pueblo, con el objeto de hacer la apología de las disposiciones tomadas, en la que dijo: que por la institucion de Licurgo å los reyes se asociaban los ancianos, y por largo tiempo estuvo así gobernada la república, sin que se echase de ménos ninguna otra autoridad. Más adelante, prolongándose demasiado la guerra contra los Mesenios, y no pudiendo los reyes atender á los juicios por estar ocupados en los ejércitos, fueron elegidos algunos de sus amigos, para que quedaran en su lugar y acudieran á ellos los ciudadanos; y éstos fueron los que se llamaron Eforos. Al principio no eran más que unos ministros de los reyes; pero despues poco a poco se atrajeron la autoridad, sin que se echara de ver que iban formándose una magistratura propia; de lo que es indicio que áun hoy cuando los Eforos llaman al Rey la primera y segunda vez, se niega á ir; y llamando la tercera, se levanta y acude al llamamiento; y el primero que extendió y dió más fuerza á esta magistratura, que fué Asteropo, no la ejerció sino muchas edades despues. Y si hubieran usado de ella con moderacion, sería lo mejor sufrirlos; pero habiendo tentado hacer nula la autoridad patria con un poder pegadizo, hasta el punto de proceder contra los mismos reyes, desterrando á unos, dando á otros muerte sin que preceda juicio, y amenazando á todos los que desean ver restablecida la excelente y divina constitucion de Esparta, esto ya es inaguantable. «¡Y ojalá hubiera sido posible, añadió, desterrar sin sangre las pestes que se han introducido en Lacedemonia, á saber: el regalo, el lujo, las deudas, el logro y otros males más antiguos todavía que éstos, la pobreza y