Página:Las vidas paralelas de Plutarco - Tomo IV (1880).pdf/338

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
340
Plutarco.—Las vidas paralelas.

Y si tiene justamente su autoridad, porque la mayor parte de las curias le votaron, ¿no se le quitará con mayor justicia lodavia si todas volan contra él? Nada hay más santo é inviolable que las ofrendas y votos de los Dioses; y padie disputa al pueblo la facultad de usar de ellos, de moverlos y trasladarlos como le parece. Érale, pues, lícito tras ladar al tribunado á otro, como una ofrenda: y prueba clara de no ser loda magistratura una cosa tan sagrada que no pueda quitarse, es que muchas veces los que las tienen haceu por sí renuncia y dimision de ellas.» Estos eran los principales capítulos de la defensa de Tiberio; mas como sus amigos fuesen sabedores de las amenazas y de la conjuracion que estaba tramada, tenian por preciso que se pusiera á cubierto para en adelante con pedir otra vez el tribunado; y él trató de cautivar más á la muchedumbre con otras leyes, quitando tiempo á los empeños de la milicia, concediendo apelacion de los jueces al pueblo, uciendo con los que entonces asistian á los jui cios, que erau del órden senatorio, un número igual del órden ecuestre, y coarlando de todas maneras la autoridad del Senado, más por encono y enemiga, que con miras de justicia y conveniencia. Al darse los volos advirtieron que vencian los contrarios, porque no habia concurrido todo el pueblo; y primero convirtiéndose contra los colegas con injurias y denuestos, gastaron así el tiempo; y | despues disolvieron la junta, mandando que acudieran al dia siguiente. Por lo que hace á Tiberio, bajó á la plaza, y mostrándose abatido, pedia con lágrimas amparo á los ciudadanos: despues, diciendo temia que en aquella noche arrasaran los enemigos su casa y le matasen, de tal modo i los inflamó, que muchos formaron como un campo alre dedor de su casa, y pasaron alli la noche haciéndole la guardia.

A la mañana muy temprano vino con las aves que servian para los agüeros el que cuidaba de ellas, y les echó