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Plutarco.—Las vidas paralelas.

proporcion á Druso para adelantársele en su ausencia, se atrajo y ganó efectivamente al público; con especial por las sospechas que contra sí excitó Fulvio. Este Fulvio, amigo de Cayo y su colega para el repartimiento de tierras, era hombre turbulento, aborrecido notoriamente del Senado, y sospechoso de todos los demas de que alborotaba á los confederados, y de que en secreto solicitaba á la rebelion á los habitantes de Italia. A estas voces que se esparcian sin prueba ni discernimiento, les conciliaba crédito el mismo Fulvio, por verse que sus designios no eran sanos ni pacíficos; y esto fué lo que principalmente perjudicó á Cayo, á quien alcanzó parte del odio contra aquél. Además, cuando se halló muerto á Escipion Africano sin causa nisguna manifiesta, y pareció que en el cadáver se advertian señales de golpes y de violencia, como en la Vida de éste lo hemos escrito, si bien la mayor sospecha recayó sobre Fulvio, por ser su enemigo, y porque en aquel mismo dia habia insultado á Escipion en la tribuna, no dejó de haber contra Cayo algun recelo; y un crimen tan atroz, ejecur tado en el varon más grande y eminente de los Romanos, ni se puso en claro, ai sobre él se siguió causa, porque la muchedumbre se opuso y disolvió el juicio, temiendo por Cayo, no fuera que si se hacian pesquisas, se le hallara implicado en la muerte. Mas esto habia sucedido tiempo ántes.

Estando Cayo entendiendo en el establecimiento de la colonia de Cartago, á la que dió el nombre de Junonia, se dice habérsele opuesto muchos estorbos de parte de los Dioses. Porque arrebató el viento la primera insignia, y por más que el alférez resistió con toda su fuerza, se hizo pedazos. Una ráfaga de viento esparció las víctimas que estaban puestas en el altar, y las arrojó sobre los términos de la delineacion ó demarcacion que tenía hecha. Estos mismos términos ó hitos vinieron unos lobos, los desordenaron, y se los llevaron léjos. A pesar de todo esto,