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Plutarco.—Las vidas paralelas.

esperanzas: porque fué tanto el gentio que con el gozo y el deseo salió á recibirle, que casi se consumió todo el dia á la puerta en abrazos y salutaciones. Mas al día siguiente congregando Antonio el Senado, y pasándole aviso, no concurrió, sino que se quedó en cama, excusándose con que estaba fatigado del viaje; pero á lo que parece lo que verdaderamente lo detenía era el temor de alguna asechanza, por cierta indicacion y sospecha que se le habia dado en el camino. Antonio se mostró muy ofendido de esta calumnia, é iba á enviar soldados con órden de que lo trajeran o le quemaran la casa; pero instándole y rogándole muchos, se convino en que sólo se le tomaran prendas. De allí en adelante se pasaban de largo cuando se encontraban sin decirse nada el uno al otro, y estaban en mutuas sospechas: hasta que habiendo llegado de Apolonia César el jóven, admitió la herencia del otro César, y por veinticinco cuentos de dracmas que Antonio tenía en su poder de los bienes de éste se indispuso con él.

En consecuencia de esto Filipo, que estaba casado con la madre del nuevo César, y Marcelo con la hermana, habiéndose dirigido con aquel jóven á Ciceron, se convinieron en que se prestarian mutuamente, Ciceron á éste en el Senado y ante el pueblo el poder que nace de la elocuencia y la política; y éste á Ciceron la seguridad que dan las riquezas y las armas: pues ya tenia aquel jóven á sus órdenes no pocos de los que habían hecho la guerra con César: además de que se tiene por cierto haber entrado Ciceron con un vivo deseo en la amistad de César. Porque, segun parece, en vida todavía de Pompeyo y Julio César se le figuró en sueños á Ciceron que llamaba al Capitolio á algunos hijos de los Senadores, con el objeto de que Júpiter designara á uno de ellos por caudillo de Roma; que los ciudadanos estaban en grande expectacion alrededor del templo, y aquellos niños en toga pretexta sentados á la puerta. Abrióse ésta repentinamente, y los niños se fue-