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ALEJANDRO.

cas, y se habia lastimado los muslos. Habiendo sanado Peucestas de cierta enfermedad, escribió al médico Alexipo, dándole las gracias. Hallábase Cratero enfermo, y habiendo tenido una vision entre sueños, hizo sacrificios por él, y le mandó que los hiciese. Al médico Pausanias, que queria dar eléboro á Cratero, le escribió, ya oponiéndose y ya dándole reglas sobre el modo de administrar aquella medicina. A los primeros que le dieron parte de la desercion y fuga de Harpalo, que fueron Efialtes y Ciso, los hizo aprisionar, como que le levantaban una calumnia. Empezó á dar licencia para retirarse á su casa á los inválidos y ancianos; y habiéndose Euruloco de Egea puesto á sí mismo en la lista de los enfermos, como despues se descubriese que ningun mal tenía, y confesase que amaba á Telesipa, y se habia propuesto acompañarla en su regreso por mar, preguntó qué clase de mujer era ésta; y habiéndole informado que era una cortesana de condicion libre, «pues me tendrás, oh Euruloco, le dijo, por amador contigo: mira si podremos persuadirla con dones ó con palabras, puesto que es mujer libre.» Es ciertamente de admirar que tuviese tiempo para escribir las carlas que escribió en obsequio de los amigos:

como por ejempla, cuando un mozo de Seleuco se escapó á la Cilícia, dando orden de que le buscasen; tributando alabanzas á Peucestas, por haber recogido á Nicon, esclavo de Cratero; y prescribiendo á Megabizo, con motivo de habérsele huido un esclavo al templo, que si podia lo aprehendiese fuera, procurando atraerle, pero en el templo no le tocara. Dícese que al principio, cuando juzgaba las causas capitales, se tapaba con la mano el un oido mientras hablaba el acusador, á fin de conservar el otro para el reo, puro y libre de. toda prevencion; pero más adelante lo exasperaron las muchas calumnias, que envueltas con verdades conciliaban crédito á la mentira. Lo que sobre todo le sacaba de tino, y le hacía duro é inexorable, era el que