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Plutarco.—Las vidas paralelas.

banquetes, la mesa y el esplendor en todo lo relativo á su tenor de vida iban aumentando de dia en dia, y disponiéndole para el gobierno. Miráronle algunos desde luego con displicencia y envidia; pero en cierta manera lo despreciaron, persuadidos de que faltando el cebo para los gastos, Do llegaria á tomar cuerpo, y dejaron que se fortaleciese; pero cuando ya era tarde advirtieron cuánto habia crecido, y cuán difícil les era contrarestarle, sin embargo de que veían que se encaminaba al trastorno de la república:

teniendo esta nueva prueba de que nunca es tan pequeño el principio de cualquiera empresa, que la continuacion no lo haga grande, tomando el no poder despues ser detenido del habérsele despreciado. Ciceron, pues, que parece fué el primero que advirtió y temió aquella aparents serenidad para el gobierno, á manera de la del mar, y que en la apacibilidad y alegría del semblante reconoció la crueldad que bajo ellas se ocultaba, decia que en todos los demas intentos y acciones suyas notaba un ánimo tiránico; «pero cuando veo, añadia, aquella cabellera tan cuidadosamente arreglada, y aquel rascarse la cabeza con sólo un dedo, ya no me parece que semejante hombre pueda concebir en su ánimo tan gran maldad, esto es, la usurpacion del gobierno.» Pero esto no lo dijo sino más adelante.

La primera demostracion de benevolencia que recibió del pueblo fué cuando contendiendo con Cayo Publio sobre la comandancia militar, fué designado el primero, y la segunda y más expresiva todavía cuando habiendo muerto Julia, mujer de Mario, de la que era sobrino, pronunció en la plaza un magnifico discurso en su elogio, y en la pompa funebre se atrevió á hacer llevar las imágenes de Mario, vistas entonces por la primera vez despues del mando de Sila, habiendo sido los Marios declarados enemigos públicos. Porque como sobre este hecho elamasen algunos contra César, el pueblo les salió al encuentro decididamente, recibiendo con aplausos aquella demostracion, maravillado