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COMPARACION DE LICURGO Y NUMA.

sino para que no se dejasen ofender. Proponiéndose, pues, ambos quitar lo que habia de excesivo, y cumplir lo que se notaba falto en sus ciudadanos, luvieron que introducir grandes mudanzas; y de esta regulacion y supresion fué sobradamente popular y condescendiente con la muchedumbre la de Numa, que vino á formar un pueblo entremezclado y vario, digámosło así, de orfebres, fautistas y zapateros; severa y aristoerática la de Licurgo, que trasladó las artes mecánicas á las manos de los esclavos y de los ascripticios, y á los ciudalanos los consagró al escudo y la lanza, haciéndolos artifices de la guerra y adoradores de Marte, sin que entendiesen ni pensasen en otra cosa que en obedecer á sus jefes y vencer á sus enemigos: ni estaba bien á hombres libres, para ser libres del todo, afanarse por ganar y ser ricos; sino que cste cuidado de enriquecer se dejó á los esclavos é llotes, to mismo que el servicio de los banquetes y de la cocina. Numa no entró en ninguna de estas distinciones: solamente atendió á cortar el ánsia de la guerra, dejando libre curso á toda otra codicia, ni disipó la desigualdad que de aqui procede; ántes en el enriquecer permitió ir hasta lo último, y no tuvo euenta con la miseria que habia de refluir y babia de inundar la ciudad; siendo asi que desde luego en el principio, cuando todavía era muy leve la desigualdad en las fortunas, y todos venian á estar iguales y uniformes, debió hacer frente á la avaricia, como Licurgo, y precaver sus perjuicios, que no fueron leves, sino que ántes dieron la semilla y origen para los más y mayores males de euantos despues sobreviịnieron. En cuanto al repartimiento del terreno, ni Licurgo es reprensible por haberle hecho, ni Numa porque no lo hizo; porque á aquél esta igualdad le sirvið de base y cimiento para su gobierno; y respecto de éste, sorteado el terreno poco ántes, nada habia que le precisase á hacer nuevo repartimiento, ni á alterar el que existia, que segun parece se conservaba sin mudanza.