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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

señalado en virtud y en poder; el eual puso tambien en et mar naves propias para acompañarlos, y concurrió asi á la dedicacion de la ofrenda: por lo que en Roma se le tributaron los honores que era debido.

Volvieron los tribunos de la plebe á suscitar la ley de la repoblacion; pero sobrevino á tiempo la guerra contra los Faliscos, y dió comodidad á los patricios para celebrar los comicios á medida de su deseo. Designaron, pues, á Camilo para tribuno militar con otros cinco, por creer que los negocios pedian un general que á la dignidad y la gloria reuniese la experiencia. Sancionado así por et pueblo, y encargado Camilo del mando, se dirigió al pafs de los Faliscos, y puso sitio á Falerios, ciudad fortificada y bien pertrechadda de todo lo necesario para la guerra; no porque la empresa de tomarla le pareciese fácil y de poeo tiempo, sino con ta mira de quebrantar y tener distraidos á los ciudadanos, para que no dos en casa, de revolver y alborotar: remedio de que siempre solian usar con fruto, echando fuera, como los médicos, los humores perturbadores del gobierno.

Tan en poco tenian los Falecios el sitio, creyéndose defendidos por todas partes, que fuera de los que hacian la guardia en la muralla, todos los demas discurrian adornados por la ciudad, y los niños yendo á la escuela, salian con el maestro hácia la muralla á pasear y ejercitarse: porque al modo de los Griegos mantenian tambien los Falerios un maestro público, queriendo que los niños desde luégo se acostumbraran á criarse y acompañarse unos con otros. Pues este maestro se propuso bacer traicion á los Falerios por medio de sus hijos; para lo cual los sacaba cada dia al abrigo de la muralla, al principio muy cerca; y luégo despues de haberse ejercitado se volvian á entrar.

Adelantando desde entónces poco á poco, los acostumbró á estar confiados, como que no babia motivo de recelo; hasta que por fin, en una ocasion en que estaban todos quedara vagar, deteni-