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PLUTARCO.—LAS VIDAS PARALELAS.

¡Y mi baslardo vive todavla? á lo que Pironides responde: Y sería marido dias hace, Si el mal de la combleza no temiera.

Llegó Aspasia á ser tan nombrada y tan célebre, seguD cucnlan, que Ciro, el que disputó con el Rey el imperio de los Persas, á la más querida de sus concubinas le dió el nombre de Aspasia, llamándose ántes Milto. Era ésta natural de la Focide, bija de Hermolimo; y presentada al Rey despues que Ciro murió en la batalla, tuvo con él el mayor poder. Desechar ó pasar en silencio estas cosas que al escribir se han ofrecido á la memoria, pareceria quizá repugnante.

Achácase, pues, á Perieles que esta guerra contra los de Samos la hizo decretar en favor de los Milesios, á ruegos de Aspasia. Estaban en guerra estas ciudades por Priene; y vencedores los Samios, intimándoles los Atenienses que se aparlaran do la guorra y unos y otros se sometieran á su decision, no quisieron obedecer. Por tanto, marchando allá Pericles, deshizo la oligarquía que tenfa el mando en Samos, y lomando cincuenta de los principales en rehenes, y otros tantos jóvenes, los remitió á Lemnos.

Dicese que cuda uno de los rebenes le dió de por sí un talento, y otros muchos todos los que no querian que en la ciudad se estableciese la democracia. Tambien el persa Pisutnes, que estaba en buena amistad con los Samios, le envió diez mil aureos, intereediendo por la ciudad; pero Pericles nada quiso recibir, sino que traió á los Samios como lo tenia rcsuelto, y estableciendo la democracia, dió la vuelta á Atenas. Reboláronse lo8 Samiosinmediatamente: Pisutnes robó los rehenes, y empezaron á hacer disposiciones para la guerra. Tuvo otra vez Pericles que dirigirse