ciudad fué tomada por Caleno. Estas fieras se dice que fueron una gran calamidad para los Megarenses, porque cuando ya la ciudad era entrada, abrieron las puertas y cerrojos y desataron las cadenas para que aquellos leones detuvieran á los enemigos; pero las fieras se volvieron contra ellos mismos, y como corriesen sin armas, los despedazaron; de manera que áun para los enemigos fué aquel un espectáculo terrible.
Respecto de Casio, esta dicen que fué la principal causa para conjurar contra César; en lo que no tiene razon, porque desde el principio habia en la masa de la sangre de Casio un odio y rencor ingénitos contra toda casta de tiranos, como lo manifestó siendo todavía niño yendo á la misma escuela con Fausto el hijo de Sila; pues como éste le hablase con jactancia entre los demas muchachos, celebrando la monarquía de su padre, levantándose Casio le dió de bofetadas. Querian los tutores y parientes de Fausto reclamar sobre este hecho y perseguirlo en justicia, pero se opuso Pompeyo, y haciendo comparecer á los dos niños, se informó de lo sucedido, y se refiere que allí mismo dijo Casio: «Mira, Fausto, atrévete á proferir aquí aquella expresion con que me irritaste, para que otra vez te vuelva á bañar los dientes en sangre» jeste era el temple de Casio!
En cuanto á Bruto, eran muchas las expresiones de sus amigos, y muchos los dichos y escritos de los ciudadanos con que le provocaban y excitaban á la empresa. Porque en la estatua de su progenitor Bruto, el que destruyó la autoridad real, escribian: «¡Así existieras ahora, Bruto!» y «¡Ojalá vivieras, Bruto!» y el tribunal del mismo Bruto, que era á la sazon pretor, se encontraba por las mañanas lleno de escritos que decian: «Bruto, ¿duermes? en verdad que tú no eres Bruto.» La causa de todo esto eran los aduladores de César, escogitando en su obsequio honores propios para concitar envidia, y poniendo por la noche diademas á sus estatuas con el fin de mover á la muchedumbre y ape-