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Plutarco.—Las vidas paralelas.

Porque áun tomándolo de más antiguo, á los Cinas, los Narios y Carbones, proponiéndose la patria por premio y por despojo, no les faltó más que decir á las claras que combatian por la tiranía; pero á Bruto ni sus mismos enemigos le atribuyeron semejante mudanza, y ántes se refiere que muchos oyeron decir á Antonio que de sólo Bruto se creia haber herido á César movido de la belleza y excelencia de la accion, y que los demas fueron impelidos de odio y envidia contra su persona; coligiéndose de lo mismo que Dos dejó escrito, que más obró en él la virtud que la ambicion.

Escribia, pues, á Atico estando ya próximo al peligro: «Que sus cosas se hallaban en el mejor punto posible de fortuna, porque ó venciendo daría la libertad al pueblo romano, ó vencido quedaria libre de servidumbre; y siéndoles todo lo demas cierto y seguro, una sola cosa era la incierta, Bi vívirian ó si moririan con libertad. Decia que Marco Autonio llevaria la pena debida á su inconsideracion, pues padiendo ser contado entre los Brutos, los Casios y los Catones, habia preferido ser una dependencia de Octavio; y si ahora no es vencido con él, no se pasará mucho tiempo sin que éste le derribe.» Pareció que de este modo habia adivinado acertadamente sobre lo futuro.

En Esmirna propuso que se le diese parte de los caudales que en gran cantidad habia allegado Casio; pues él cuanto tenía lo habia gastado en formar una escuadra con la que iban á ser dueños de todo el mar interior. No lo consentian los amigos de Casio, á quien hablaban de este modo: «No es justo que lo que con tus ahorros y á costa de hacerte odioso bas podido juntar, lo recoja ahora aquél para hacer larguezas y recomendarse á los soldados;» pero con todo le dió la tercera parte de todos los fondos.

Separáronse de nuevo para atender cada uno á lo que le incumbia; y escogiendo Casio á Rodas, no trató bien á aquellos isleños, sin embargo de que habiéndole saludado á la llegada con los títulos de rey y señor, les respondió: