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Plutarco.—Las vidas paralelas.

darles socorro, y tendiendo las manos á los Jantios les rogaba que tuvieran consideracion y salvaran la ciudad; pero nadie le daba oidos, sino que de mil maneras se mataban todos unos á otros, no sólo los hombres y las mujeres, sino áun los niños pequeños, de los cuales unos con griteria y lamentos se arrojaban al fuego, otros se estrelaban tirándose desde lo alto, y otros se metian por las espadas de sus padres á buscar la muerte, descubriendo el cuello y pidiendo que los pasasen. Vióse, cuando ya estaba asolada la ciudad, una mujer colgada de un cordel, que tenía un niño muerto suspendido del cuello, y que con una hacha encendida se conocia haber dado fuego á su casa. Siendo este un espectáculo lan trágico, no le sufrió á Bruto su corazon el verlo; y como áun el oirlo referir le arrancase lágrimas, ofreció por pregon premio á los soldados por cada uno de los Licios que salvasen, y se refiere que sólo fueron ciento y cincuenta los que no esquivaron este beneficio. Así los Jantios, como si hubiera un período de largo tiempo prefinido por el hado para la destruccion de la ciudad, renovaron entónces con el mayor arrojo la . fortuna de sus antepasados, porque tambien éstos en la guerra pérsica se dieron del mismo modo muerte, incendiando la ciudad.

Encontrose despues Bruto con que la ciudad de Patara trataba de hacerle fuerte resistencia, y se detenia en opugnarla por temor de otra locura igual; por tanto, como tuviese en su poder cautivas algunas mujeres, las envió libres sin rescate. Eran éstas hijas y mujeres de varones principales, y haciendo ver á los Patarenses ser Bruto un bombre sumamente moderado y justo, los persuadieron á oeder y hacer entrega de la ciudad, y de resultas se 80metieron todos los demas y se pusieron en sus manos, contentos de que les hubiese cabido un caudillo tan justo y benigno; tal, que exigiendo Casio al mismo tiempo de tos Rodios cuanto oro y plata tenian, de lo que recogió al-