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Galba.

en que daria individualmente la libertad a los que la pidiesen; y como la fama y el rumor hubiesen atraido mucha gente preparada y dispuesta para la novedad que se intentaba, no bien se habia dejado ver en el tribunal, cuando todos á una voz le proclamaron emperador; pero él por lo pronto no admitió este título, sino que acusando á Neron, y lamentándose de los varones más ilustres, entre tantos como eran aquellos á quienes habia quitado la vida, protestó que consagraria á la patria todos sus talentos, no César ni emperador, sino con sólo el dictado de general del Senado y del pueblo romano. Que Vindex procedió con acierto en excitar á Galba á admitir el imperio, se confirmó con el testimonio del mismo Neron; porque babiendo manifestado que despreciaba á Vindex, y no le daban ningun cuidado los movimientos de las Galias, cuando se le notició lo de Galba, que fué estando comiendo despues de haberse bañado, tiró al suelo la mesa. Sin embargo, habiendo el Senado declarado por enemigo á Galba, quiso disimular y hacer del gracioso con sus amigos, y por tanto, les dijo que hallándose escaso de dinero, no era mala la cuenta que estaba echando; pues de una parte cuando se sometiese á los Galos, se tomarian por presa sus bienes, y de otra la hacienda que existia de Galba, declarado ya enemigo, podia desde luego ocuparla y venderla: así fué que dió órden para que los bienes de Galba se vendiesen, y éste cuando lo supo sacó á subasta cuanto á Neron pertenecia en España, y encontró muchos y muy decididos postores.

Siendo ya en gran número los que iban abandonando á Neron, todos se inclinaban por lo regular á Galba; solamente Clodio Macro en Africa, y Verginio Rufo, que en la Galia estaba al frente del ejército germánico, obraban por sí mismos separadamente, aunque no con la misma idea; porque Clodio, dado á rapiñas y muertes, por su crueldad y su avaricia se veia que ni se determinaba á tomar ni á dejar el imperio; y Verginio, que mandaba las legiones más