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Plutarco.—Las vidas paralelas.

ta, y tomándole cinco mil cautivos; y esto fué lo que sobre todo perjudícó á Demetrio: porque no tanto se concilió odio Pirro por el mal que les causó, como admiracion por ser hombre que las más cosas las acababa por su propia mano, habiendo adquirido gran renombre y fama en aquella batalla; y áun entre muchos de los Macedonios corria la voz de que de todos los reyes, en este solo veian una semejanza del ardimiento de Alejandro, cuando los demas, y especialmente Demetrio, sólo remedaban como en un teatro su gravedad y su lujo. Y por lo que hace á Demetrio, estaba en verdad hecho un representante de tragedia, pues no sólo llevaba cubierta la cabeza con un sombrerillo ceñido de dobles diademas, é iba vestido de una tela rica de oro y púrpura, sino que usaba además por calzado unos coturnos dorados, cuyas suelas eran de púrpura puesta en muchos dobles. Estábanle tejiendo largo tiempo habia un manto, obra soberbia, remedo del mundo y de los astros del cielo; el cual quedó á medio acabar cuando ocurrió el trastorno de sus cosas; y ninguno despues se atrevió a usarlo, sin embargo de que de allí á bien poco hubo en Macedonia reyes sobrado orgullosos.

Ni sólo con este aparato disgustaba á unos hombres que no estaban hechos á él; sino que los incomodaba además con su lujo y con toda su conducta; y principalmente con no dejarse ver nithablar; porque ó absolutamente no habia tiempo para que diera audiencia, ó si la daba, era desabrido y usaba de malos modos con los que se le llegaban.

De los Atenienses, á los que distinguia entre los demas Griegos, detuvo dos faños una embajada; y habiendo llegado de Lacedemonia un embajador, se inquietó sobremanera, pareciéndole que aquello era desprecio; pero el embajador se condujo con gracia y propiamente á la espar tana: porque diciéndole Demetrio: ¿Qué quieres? ¿conque los Lacedemonios no me envian más que un embajador?

—Cierto, oh Rey, le respondió, porque es á uno solo.»» Pa-