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ANTONIO.

dieron los carros. Movieron al dia siguiente para volver al sitio y campamento delante de Fraata; y al principio dieron en el camino con unos cuantos enemigos, despues con muchos más, y por fin con todos, que como invictos y con nuevas fuerzas los provocaban, é intentaban acometerles por todas partes; tanto, que no sin gran dificultad y trabajo pudieron llegar salvos al campamento; y como los Medos de adentro hubiesen hecho una salida contra las trincheras, y hubiesen infundido terror en las avanzadas, irritado Antonio, recurrió á la pena de diezmar á los que se habian manifestado cobardes; porque formándolos por decenas, de cada una pasó por las armas al que le tocó la suerte; y á los que quedaron mandó que en lugar de trigo les distribuyeran cebada.

Hacíase á unos y á otros difícil esta guerra, y lo futuro les infundia igual miedo: á Antonio porque temia el hambre, y no veia el modo de hacer acopios sin heridos y muertos; y á Fraates porque sabía que los Partos todo lo podian sufrir menos la intemperie, y pasar las noches al raso en el invierno; por lo que tenía el recelo de que si los Romanos aguantaban y permanecian, lo abandonasen sus tropas; pues ya habian empezado los frios apénas pasado el equinoccio de otoño. Discurrió, pues, el siguiente ardid: aquellos Partos más conocidos cuando se encontraban con los Romanos al ir á buscar víveres ó á otros menesteres, los trataban con más blandura, y áun disimulaban cuando los veian tomar algunas cosas, celebrando su valor como de unos buenos guerreros, admirados con razon áun de su mismo Rey. Con esto ya luego se llegaban más cerca, y parando los caballos, motejaban á Antonio de que estando Fraates dispuesto á la paz por lástima de tantos y tan valientes soldados, no se prestaba aquél, ni daba la menor ocasion, sino que se estaba muy tranquilo, dando lugar á que sobrevinieran otros enemigos más terribles, el hambre y el invierno, de los que les sería dificil librarse,