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PRINCIPIOS serie de las cosas contingentes, es decír, de los cuerpos y de sus representaciones en las almas; porque, siendo la materia por sí misma indiferente al movimiento y a la quietud y a este o a aquel movimiento, no cabe hallar en ella la razón del movimiento, y menos aún de tal o cual movimiento. Y aun cuando el movimiento presente, que está en la materia, procede de otro movimiento anterior, y éste, a su vez, de otro anterior, no se conseguirá nada por ese camino, por lejos que se llegue en él; pues queda en pie la misma cuestión. Así, pues, precisa que la razón suficiente, la que no necesita otra razón, se halle fuera de esa serie de las cosas contingentes y se encuentre en una substancia, que sea la causa de la serie o que sea un ser necesario, que lleve en sí mismo la razón de su existencia, pues de otro modo no habríamos llegado a una razón suficiente que pudiera ser término de todo. Y esa última razón de las cosas llámase Dios.

9. Esta substancia simple primitiva debe contener eminentemente las perfecciones contenidas en las substancias derivativas, que son sus efectos; tendrá, pues, potencia, conocimiento y voluntad perfectos; es decir, que tendrá omnipotencia, omnisciencia y suma bondad. Y como la justicia, considerada en general, no es más sino la bondad conforme a la sabiduría, es preciso que haya también en Dios una justicia suma. La razón que ha hecho que las cosas existan por Dios, hace que dependan de él al existir y operar, y de Dios reci1